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Niños que duermen más tiempo por las mañanas pueden desarrollar obesidad

Niños que duermen más tiempo por las mañanas pueden desarrollar obesidad
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Los pequeños que se quedan despiertos hasta tarde podrían tener un riesgo más alto de sobrepeso cuando tengan la edad escolar, sugiere un nuevo estudio.

Los investigadores encontraron que los niños pequeños que se van a dormir de forma rutinaria después de las 9 p.m. tendían a acumular más grasa corporal entre los 2 y los 6 años. En comparación con los niños que se iban a la cama más temprano, tenían unos mayores aumentos tanto del tamaño de la cintura como del índice de masa corporal (IMC), un estimado de la grasa corporal basado en la estatura y el peso.

Los hallazgos no prueban que irse a la cama más tarde provoque el aumento de peso excesivo, señaló la Dra. Nicole Glaser, autora de un editorial publicado junto con el estudio, que aparece en la edición en línea del 18 de febrero de la revista Pediatrics.

Pero el informe amplía las evidencias que vinculan a los hábitos de sueño con el peso de los niños, según Glaser, endocrinóloga pediátrica de la Universidad de California, en Davis.

Específicamente, los estudios han encontrado unas tasas más altas de obesidad entre los niños que duermen muy poco o que tienen problemas para quedarse o mantenerse dormidos.

“En este momento, creo que está claro que hay una relación entre [la calidad del sueño y el riesgo de obesidad]”, indicó Glaser. “La gran pregunta es si la relación es causal”.

El Dr. Claud Marcos, investigador sénior del estudio, se mostró de acuerdo. “Establecer causalidad es difícil”, dijo.

Los hábitos de sueño de los niños no existen en un vacío, y es posible que otros factores provoquen tanto la hora tarde de irse a la cama como un mayor aumento de peso, comentó Marcus, profesor de pediatría del Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia.

Por ejemplo, quizá los niños que están despiertos hasta tarde coman más de noche, o sus padres les impongan menos límites en general, dijo.

Marcus también apuntó al estrés, que podría fomentar tanto un sueño de mala calidad como una ingesta excesiva de comida.

Y también pasan cosas en el cerebro. Glaser dijo que la investigación muestra que varias áreas del cerebro que regulan el ciclo de sueño y vigilia también ayudan a regir al apetito, y que algunas de las mismas hormonas y sustancias químicas cerebrales están implicadas.

“Sin duda es posible”, dijo, que un sueño de peor calidad altere al metabolismo de los niños pequeños, o su conducta, por ejemplo la actividad física durante el día.

Pero, añadió Glaser, “es igualmente posible que la asociación entre los patrones de sueño y la obesidad sea un simple reflejo del hecho de que hay una centros cerebrales similares implicados en la modulación de ambos”.

Los hallazgos se basan en 107 niños pequeños que participaron en un proyecto de prevención de la obesidad. De ellos, 64 tenían padres con sobrepeso u obesos, de forma que se les consideraba en un alto riesgo de aumento de peso en exceso.

Entre los 2 y los 6 años, se registraron los hábitos de sueño de los niños durante una semana de cada año, con la ayuda de un dispositivo de muñeca que monitoriza la actividad.

En promedio, encontró el estudio, los niños que se iban rutinariamente a la cama después de las 9 p.m. mostraron unos aumentos más grandes en el IMC y en el tamaño de la cintura con el paso de los años. El vínculo fue independiente del tiempo total de sueño, y persistió incluso después de que los investigadores tomaran en cuenta factores como los hábitos de ejercicio y el “tiempo frente a las pantallas” de los niños, y el nivel educativo de los padres.

La conexión fue más potente en los niños cuyos padres eran obesos. Su cintura aumentó un promedio de 3.5 centímetros (1.4 pulgadas) más, en comparación con los niños que se iban a la cama más temprano y que tenían padres con un peso promedio, mostraron los hallazgos.

Los investigadores dijeron que esto podría significar que irse a dormir tarde hiciera que fuera más probable que los niños con un riesgo alto aumentaran un peso adicional. O que irse a la cama tarde quizá solo sea parte de un estilo de vida general que fomente la obesidad.

Pero aunque todavía no se ha respondido a la pregunta sobre la causalidad, el mensaje para los padres de cualquier forma es sencillo.

“Sin duda alguna es buena idea que los niños se vayan a la cama temprano”, enfatizó Glaser. Anotó que independientemente de que esto fomente o no un peso más saludable, hay otros beneficios, por ejemplo un mejor descanso para los niños y los padres.

“Los padres pueden tener una tranquilidad y un tiempo juntos muy necesarios para recargar las pilas, y así tener más energía para sus hijos al día siguiente”, afirmó

Marcos indicó que el sueño se debe considerar un elemento importante de un estilo de vida saludable, junto con la dieta y el ejercicio.

“Una vida bien organizada con unos buenos hábitos de sueño podría ser importante, ya sea que afecte al sueño de forma directa o que sea un marcador de los hábitos vitales en general”, añadió.

El tiempo de sueño que los niños necesitan, como el de los adultos, varía, según la Academia Americana de Medicina del Sueño (American Academy of Sleep Medicine). En general, el grupo recomienda que los niños pequeños duerman de 11 a 14 horas cada día (incluyendo las siestas), mientras que los niños de 3 a 5 años deben dormir de 10 a 13 horas.

Por: El Debate.

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