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Cavilaciones: ¿Es malo no saber memorizar?

Cavilaciones: ¿Es malo no saber memorizar?
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Los expertos dicen que la evolución de nuestra capacidad cognoscitiva no es algo inevitable. No está garantizada. Se preocupan hoy más que hace diez años porque los jóvenes de hoy ya no necesitan memorizar ni ejercitar sus cerebros como lo hacían antes todos los humanos. ¿Qué necesidad hay de memorizar si todo lo que deseamos saber está a nuestro alcance instantáneamente en este mundo interconectado a través del Internet?

 

Hasta el siglo XV, a los afortunados que recibían una educación se les enseñaba a memorizar cantidades enormes de información. No era inaudito que personas pudieran recitar libros enteros. Me sorprende con frecuencia que cuando platico con mi padre, quien acaba de cumplir 97 años, me pueda recitar pasajes enteros de poemas que aprendió hace décadas. Yo solo recuerdo algunas palabras de algunos escritos que me gustaban mucho: “Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar….”, de Gustavo Adolfo Becker. O: “Pues bien, yo necesito decirte que te adoro, decirte que te quiero con todo el corazón..”, del famoso Nocturno a Rosario de Manuel Acuña. Y hasta ahí me acuerdo nada más.

 

Al principio, los humanos transmitían sus ideas y creencias oralmente, lo cual hacía necesaria la memorización. Hace 600 años existían libros escritos que reproducían a mano monjes en cuartos llamados scriptoriums. Solo los ricos tenías acceso a estos libros manuscritos. En 1439, Johannes Gutenberg, al inventar la imprenta, permitió que eventualmente los libros fueran accesible para todos y por lo tanto pasó a ser menos importante la habilidad de memorizar. A través de los siglos fuimos perdiendo paulatinamente nuestras memorias.

 

El Internet y las redes sociales, en un tiempo muy corto, han causado cambios de mucho mayor importancia del que causó la imprenta. El cambio no es que los libros impresos vayan a desaparecer como muchos lo predicen. Aunque esto sucediera, todavía existirán para siempre los libros digitales.

 

El primer impacto es que toda la información del mundo está disponible en línea. Esto significa que si nuestros cerebros necesitaban memorizar porque no había otra opción, hoy no hay motivo para hacerlo. Al menos que la tecnología esté haciendo que nos olvidemos hasta de nuestro sentido de orientación. Hay muchas aventuras en todo el mundo de personas desafortunadas que guiadas por el GPS de sus autos terminan en lugares a horas distancia de su destino deseado. Probablemente esto no les pasaría si usaran un mapa impreso.

 

Los buenos nadadores hacen pesas para mejorar su desempeño. ¿Qué tal si memorizar es un ejercicio necesario para que las otras funciones de nuestro cerebro funcionen bien? ¿Qué tal si es como hacer pesas con nuestro cerebro? Si es así, dejar de memorizar disminuirá nuestro desempeño.

 

El segundo impacto es la rapidez del cambio. Sucedió todo tan rápido, que no ha habido el tiempo necesario para estudiar cuál es el verdadero impacto de exportar nuestra memoria a la nube. A lo mejor no pasa nada, como sucedió con la imprenta. A lo mejor solo es el miedo natural a los cambios. ¿Pero, y si no es así?

 

 

El autor es egresado del Tecnológico de Monterrey y Doctor en Ingeniería Eléctrica y de Computación de la Universidad del Estado de Nuevo México.

 

www.cavilaciones.com

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