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inicio INTERNACIONAL El Infierno que vivió una joven al ser víctima de trata de blancas

El Infierno que vivió una joven al ser víctima de trata de blancas

El Infierno que vivió una joven al ser víctima de trata de blancas
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La cadena de noticias BBC Mundo recientemente ha sacado un reportaje donde da a conocer la pesadilla que viven decenas de mujeres latinas traficadas en Londres.

La reportera Margarita Rodríguez, quien labora en BBC Mundo, cuenta detalladamente el infierno por el que pasan estas mujeres e inicia su relato contando que Yenny Aude la mira a los ojos y dijo:

“Lo que vi ese día es una de las cosas más perturbadoras que he visto en toda mi vida”.

A las 11:00 horas Yenny atendió el teléfono, en la llamada se informaba que un policía había encontrado a una mujer en una casa y que tenía heridas muy graves, estaba muy maltratada.

El oficial mencionó que era una persona que se desempeñaba como prostituta.

“Está muy alterada, está gritando”, señaló el policía.

“Habla un idioma que no entendemos, quizás es portugués. ¿Pueden venir por favor?”.

Yenny Aude, quien trabajaba en una organización no gubernamental que apoya a mujeres latinoamericanas en Reino Unido, le pidió a una compañera que habla portugués que la acompañara.

Al llegar a la estación de policía se acercaron a la mujer y la compañera de Yenny le dijo: “Não se preocupe, estamos aquí para te ajudar. Não tenha medo”.

La mujer, muy asustada, le respondió en español.

De inmediato respondió Yenny: “Tranquila, tranquila. Te vamos a ayudar. No tengas miedo”.

Aude ahora es la directora de LAWA (Latin American Women’s Aid), organización a la que la policía llamó hace cinco años para pedir ayuda con ese caso.

“Las fotos que vi de cómo la hallaron eran absolutamente perturbadoras”, contó a la cadena de noticias BBC Mundo.

Continuó diciendo a la Rodríguez que

“cuando llegó la policía, la encontraron colgada: así era como la violaban y así fue como abortó. Estaba siendo violada mientras estaba pariendo. Estaba desangrada”.

La mujer a la que habían ayudado había salido de Colombia rumbo a España con la intención de trabajar. Pero fue engañada y cuando llegó, le quitaron sus documentos y la forzaron a prostituirse por “unos años”.

Aude contó a la reportera que cuando habló con la víctima la primera vez, “le pregunté si sabía dónde estaba y me dijo: ‘¿En España?’. En ese momento no recordaba cómo la habían trasladado a Londres”.

La mujer fue llevada a un refugio para latinoamericanas que son víctimas de violencia de género en Inglaterra, por parte de LAWA, el único de su tipo en Europa.

Después de muchos meses de terapias psicológicas y apoyo emocional, la joven de 26 años pudo contar un poco de lo que pasó.

La pesadilla

La joven contó que fue trasladada a varias casas, pero nunca supo a dónde estaba porque no las dejaban salir y siempre la llevaban en automóvil.

Yenny contó que la víctima le hizo saber que en la última casa en la que estuvo escuchaba gritos de otras mujeres en las demás habitaciones, pero que no se conocían porque no las dejaban hablar entre sí y cuando querían ir al baño un miembro de la red las acompañaba para que no cruzaran palabras entre ellas.

También le mencionó que en esa casa sus raptores empezaron a sacar a las otras chicas, hasta que ella se quedó sola y siguieron metiendo hombres que abusaban sexualmente de ella, incluso cuando estaba embarazada.

Luego Aude se enteró de que los vecinos habían denunciado lo que ocurría en ese lugar, pero cuando la policía se acercaba, no se escuchaban los gritos y cuando tocaban la puerta, nadie salía.

Hasta que un día los agentes pudieron escuchar los gritos desesperados de la víctima cuando fue violada mientras estaba en trabajo de parto, pero cuando estaba perdiendo al bebé fueron los que finalmente llevaron a encontrarla.

La historia

Yenny hizo saber a la BBC que la víctima le contó que cuando no hacía lo que sus captores querían, le castigaba sacándole un diente o arrancándole el cabello.

Al principio, recuerda Aude, no levantaba la cabeza si había un hombre cerca.

“Estaba completamente traumatizada”.

De acuerdo con la BBC, Yenni dijo que el apoyo no se limitó al área psicológica: “La ayudamos a que le arreglaran los dientes, que volviera a tener su cabello, que las heridas de su cuerpo sanaran, que tuviera una reconstrucción vaginal”.

“Ella quería verse como cuando se fue de Colombia. Me mostró una foto y al compararla con la persona que tenía al frente, eran dos personas totalmente diferentes”.

Cuando la mujer se sintió un poco mejor, se fue del refugio y dejó una nota:

“Muchas gracias por todo”, se leía.

Había decidido volver a Colombia.

Un caso más

El siguiente caso que publicó BBC es de una joven mujer a quien llamaron Ana para proteger su identidad.

De acuerdo con dicho portal de noticias Ana había salido de Sudamérica con destino a Inglaterra en la primera década de 2000, apenas tenía 18 años.

Una de sus primas que vivía en Londres la había invitado y no dudó en aceptar, quería escapar de un familiar que había abusado sexualmente de ella.

Llegó a Reino Unido, pero no contaba con el visado necesario y se tuvo que ir a Francia.

Allí estuvo unos meses hasta que su prima mandó a un “amigo” a buscarla.

“Apenas me vio, me dijo: ‘Vas a hacer todo lo que yo te diga’. Me asusté mucho”, contó la joven.

“Poco antes de llegar al puesto migratorio, el hombre me dijo que me adelantara, que él se quedaría atrás. Agarró mi pasaporte y me dio otro”.

Se trataba de un pasaporte español con la foto de Ana.

Después de que el agente de inmigración revisó su pasaporte minuciosamente y lo pasó “como cinco veces” por una máquina, la dejó pasar.

Ya en territorio inglés, Ana tuvo que esperar al hombre que la llevaría con su prima

“Ya llegaste. Ahora te toca pagarme todo lo que gasté en ti. Te va a tocar empezar a trabajar. Vas a hacer todo lo que yo te diga. Estás en mis manos”, fueron las primeras palabras de su pariente cuando la vio.

Se asustó mucho, no entendía. Se contuvo para no llorar, dijo la chica a Yenny.

La prima de Ana intercambió unas palabras en inglés con el hombre que la había llevado con ella. Él le entregó los documentos de la joven y se fue.

“De pronto, del baño salieron cuatro chicas y se sentaron con nosotras. Mi prima sacó unos teléfonos y una libreta y los puso sobre la mesa. Era como si todo hubiese estado escondido”.

“Las chicas estaban en sujetador y bikini, con vestiditos muy transparentes, muy maquilladas y con tacones bien altos”.

Luego de unos munitos Ana preguntó a su prima qué pasaba a lo que le repondió:

“En esto es en lo que vas a trabajar”.

Al negarga, su prima le resaltó que en eso iba a trabajar hasta que terminara de pagar la deuda que tenía con ella.

“hasta que pagues el último centavo que pagué por ti'”.

Esas palabras hicieron que Ana no soportara más y explotara en llanto.

Posteriormente su prima la encerró en una habitación con las otras chicas, quienes trataban de tranquilizarla.

De acuerdo a lo publicado por BBC Mundo las víctimas era de Bolivia, Colombia, México y Venezuela y tenían entre 19 y 24 años.

Ana siguió contando que en una plática con las demás jóvenes le contaron que al no tener dinero, ni papeles no les quedaba de otra, que seguir en ese infierno, además no tenían forma de escapar, las puertas siempre estaban custodiadas, las ventanas abarrotadas y los patios enrejados.

Esa noche Ana vio su pesadilla hecha realidad

Sonó el timbre, las chicas se pararon y se pusieron como en una formación, contó a la BBC Mundo.

Las otras jóvenes escondieron a Ana en el baño, querían protegerla al menos esa noche.

“Las chicas intentaban no mostrarme porque no dejaba de llorar. Me explicaban lo que iba a tener que hacer y me decían que debía hacer cosas aunque no quisiera porque si no las hacía los hombres me iban a golpear. ‘Te van a decir que están pagando por ti'”.

Incrementa su infierno.

Llegó el momento en que no pudieron protegerla más y tuvo que salir.

Ana recordó que el primer hombre que le tocó estaba tan borracho que se quedó dormido, el segundo la golpeó porque “no se dejaba”.

La chica contó que llegó un momento en que ‘los clientes’ no querían a otras jóvenes, solo ella, por lo que su prima terminó sacándolas y se quedó sola en esa casa.

“Era uno tras otro. Me acuerdo que había una fila de hombres afuera del cuarto. Era una fila enorme, me acuerdo que cuando abrían la puerta del cuarto, yo veía a varios”.

“Algunos hombres no usaban protección y si reclamaba me golpeaban. Tenía que aceptar que lo hicieran por donde ellos quisieran”.

Ana recuerda que fue llevada a otras casas, siempre custodiada y en automóviles, pero siempre terminaba igual: encerrada.

BBC Mundo publicó que de acuerdo con los expertos, esa es una de las estrategias de las redes de explotación sexual: rentar casas por periodos cortos de tiempo para evitar que la policía les haga seguimiento.

Ana vivió así “un año y unos meses” y cuando intentó escapar, la golpearon.

Finalmente pudo salir de esa red, en parte porque estableció una relación con un amigo de su secuestradora que no sabía lo que estaba pasando.

Sin darle detalles de por qué no quería ver a su prima, se escapó con él y quedó embarazada.

Tras un desmayo, fue llevada al hospital. La condición en la que la encontraron llamó la atención de los doctores y los servicios sociales empezaron a pedirle información y ofrecerle ayuda.

“Me preguntaron por qué tenía todas esas marcas en el cuerpo y no les quería decir. Tenía miedo”.

Cuenta que los pastores de una iglesia cristiana evangélica también la ayudaron a salir de “la pesadilla”.

Sin embargo, si hay alguien que realmente la “salvó”, cuenta, fue su hijo.

Se le quiebra la voz y llora:

“Me salvó de matarme”.

Cuando le pregunto por qué aceptó conversar con BBC Mundo sobre lo que padeció, fija su mirada en un punto, se toma unos minutos y me responde:

“Es que hay muy poca información en nuestros países. (Las mujeres) no se imaginan lo que les puede pasar. Yo era muy joven, no conocía nada, me dejé llevar por un sueño, una ilusión, por escapar de mi realidad”.

“Yo lo viví en carne propia. Es un tráfico del que no te das cuentas, te están llevando a sufrir más abusos, más traumas, eso duele mucho”.

“Tengo muchas secuelas. Para que yo le esté contando esto a usted es porque lo he superado un poco. No quisiera que otra niña pasara por lo que yo pasé y puede ser que ahora haya más. Es la realidad, cruda, dolorosa”.

Con información de BBC Mundo

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