Skip to main content

¿Duermen y sueñan los bebés en el vientre materno?

Entre las muchas preguntas que los padres se hacen al esperar un bebé está, sin lugar a dudas, si su hijo dormirá toda la noche. Este tema les preocupa pues impactará en el ritmo de vida y la actividad de todos en casa.

Y es que el sueño representa una de las funciones vitales del ser humano. El descanso mental y corporal pone en reposo los músculos; asimismo, los procesos cerebrales y fisiológicos disminuyen su ritmo para recargarse, renovarse y reparar aspectos a nivel molecular, cerebral y neurológico.

 Dormir es tan indispensable que, incluso, se da desde el vientre, y así lo demuestran las investigaciones sobre la actividad cerebral en el desarrollo fetal.

¿Qué pasa en el vientre?

Como lo explica Giovanna Fuentes Barbosa, coach de desarrollo personal y empresarial, “en el vientre, el feto experimenta un mundo de sensaciones; aun así, en los primeros meses de gestación no se puede hablar de sueño como tal, aunque sí pasa la mayor parte del tiempo en un estado cerebral parecido al de dormir, según estudios científicos”.

Por su parte, el pediatra Carlos Enrique Cortázar dice que el feto y el recién nacido duermen unas 20 horas al día, aunque esto está condicionado a la actividad de la mamá. “Es completamente normal que ese tiempo varíe. Si a un bebé lo dejan quieto, dormirá más y de manera consecutiva, pero si existe una estimulación auditiva y visual, esos periodos de sueño no serán los mismos. Así también sucede en el vientre.

Esto lo ratifica la experta Fuentes al referirse a estudios de neurociencia que indican que “un feto de 7 meses ya responde a los estímulos externos como ruidos, música, caricias, y a los estados emocionales de la madre”.

La pediatra de la Fundación Santa Fe de Bogotá Lina María Villamizar Peñaranda sostiene que, aparte de los estímulos emocionales, la alimentación de la madre y su estado de salud también influyen en el sueño del feto.

“Desde la semana 28, el bebé puede presentar ciclos de sueño profundo y pasivo, en los cuales realiza movimientos muy parecidos a los del sueño REM y no REM (movimiento rápido de ojos) que luego, al nacer, son fáciles de percibir cuando el bebé duerme”.

Si el feto logra soñar o no es un tema controversial. Lo que sí ha demostrado la ciencia es una clara actividad cerebral en el último trimestre de gestación y que le permite al niño en formación grabar en su subconsciente aspectos de los estímulos y emociones que logra percibir del exterior.

“Las emociones y los estados anímicos de la madre quedan impresos en el subconsciente del hijo, y estas experiencias se reflejarán posteriormente. Por ejemplo, si el feto siente emociones de escasez o miedos, esto puede hacer parte de su personalidad en la vida adulta”, indica la ‘coach’ Giovanna Fuentes Barbosa.

En el recién nacido

Lo primero es que “los recién nacidos no identifican correctamente el día de la noche. Es clave para los padres entenderlo y procurar que el niño, poco a poco, se ajuste a esos espacios estableciendo ciclos de luz y de oscuridad”,añade la doctora Villamizar.

“Ellos no reconocen los ritmos circadianos de sueño (ritmos biológicos que le permiten al cerebro entender los espacios de tiempo). Lo que sucede es que el cerebro está en formación y se irá desarrollando poco a poco, y el bebé irá entendiendo que en el día hay actividad y en la noche se descansa”.

Por ello, para un recién nacido, adquirir buenas rutinas de sueño es primordial para su salud y desarrollo, no solo físico, sino mental y emocional.

Como lo indica Ramiro Benavides, neuropediatra del Hospital Infantil Los Ángeles de Pasto, “durante el sueño se liberan ciertas hormonas que nos ayudan a crecer y a tener un neurodesarrollo adecuado en cada edad, e influye, en gran medida, en la maduración del sistema nervioso central. Mientras que se duerme se realiza el proceso de fijación de una de las funciones básicas del cerebro: la memoria”.

Ahora bien, el rango de sueño para los pequeños entre los 0 y 2 meses es de 10,5 a 18 horas al día en promedio, que se alternan con tiempos de actividad motora y alimentación, de unos 20 a 30 minutos en cada intervalo, lo que da para unos 6 a 8 episodios de sueño, de 4 horas cada uno, con periodos intercalados de vigilia. Este sueño se denomina polifásico, y hacia el final de la lactancia será cercano a las 15 horas. Luego, esto cambiará paulatinamente y dormirá unas 12 horas.

La doctora Villamizar dice que hay factores que acortan los ciclos de sueño, como en los casos de los niños prematuros o con reflujo gastroesofágico, así como los malos hábitos de sueño de los padres y otros aspectos medioambientales que influyan en que el niño no pueda descansar.

Además, añade: “las enfermedades como la obstrucción de la vía aérea superior o las infecciones, entre otras, afectan el ciclo de sueño en vigilia. Sin embargo, la causa principal de que el menor duerma de manera irregular y no descanse no son los problemas físicos, sino la falta de rutinas saludables de sueño, tanto de él como de sus padres”.

Los horarios deben regularse hacia los 3 meses

Entre las 6 y 8 semanas de edad, la mayoría de los bebés empiezan a dormir periodos más cortos en el día y más largos en la noche, aunque se siguen despertando para comer. También tienen ciclos más cortos de sueño REM y periodos más largos de sueño profundo.

Luego, entre los 2 y 3 meses, dice Carlos Enrique Cortázar, el sueño empieza a disminuir. “Esta es la edad clave para ir ajustando los tiempos de sueño, en un trabajo conjunto entre los padres y el bebé que garantice que sea más continuo y prolongado en la noche. Resulta que a los 3 meses, el niño desarrolla estructura que se llaman núcleos supraquiasmáticos del cerebro, diseñados para regular el sueño y la vigilia, es decir, para estar dormido y despierto, lo cual es básico para diversos procesos de desarrollo como la regulación metabólica, la producción hormonal o la regeneración celular, entre otros”, puntualiza.

con información de el tiempo

 

Compartir

Déjanos saber tu opinión