Desde que nació, Antony no vio más luz que la que se filtraba desde la ventana de su cuarto.
Sus cinco años de vida los pasó encerrado, a veces encadenado y sufriendo maltratos, según la investigación que abrió la Procuraduría capitalina luego de rescatarlo.
La indagatoria GAM-4/UI-3C/D/1744/06-2017 señala que Antony ni si quiera sabe distinguir entre sus padres biológicos y sus tíos, quienes viven en la misma vivienda de Cabo Catoche, Colonia Gabriel Hernández, en Gustavo A. Madero. A los cuatro los llamaba “papás”.
Los padres biológicos no fueron localizados, pero el propio niño refirió que su madre se había ido a vivir a Acapulco, dejando a su papá muy molesto.
El niño fue liberado la noche del martes tras una denuncia anónima.
Sus tíos, Juan Carlos y Olivia fueron detenidos e imputados por privación ilegal de la libertad.
Ambos declararon que ese día cuidaban al niño por encargo de los padres, pero los indicios apuntan a que también perpetraban las agresiones.
En el lugar también viven los padres y abuelos de Antony, quienes no han sido localizados.
El menor estaba lúcido pero desnutrido y con deshidratación severa. Tenía quemaduras de cigarro en la espalda y un trapo amarrado al cuello, con el cual aparentemente le tapaban la boca cuando lloraba.
Vecinos comentaron que no sabían de la existencia de Antony.
“A ese niño nunca lo vimos, jamás; salían de la casa para llevar a otros dos a la escuela y nada más; es un hecho lamentable, ni a un perro se le tiene amarrado así”, expresó Rafael Ramos.
“Yo oía llorar a un niño, y se me hacía raro porque veía que en esa casa salían dos niñas a jugar, pero al que lloraba nunca lo vi hasta que nos enteramos de lo que pasaba.
“La familia es muy mustia, apenas saludaban; supimos que se quedaron sin trabajo por lo que pasó con Luz y Fuerza del Centro, y después ya no supimos a qué se dedicaban, sólo durante la madrugada salían a meter tambos, olía mucho a químico”, recordó una vecina que pidió no usar su nombre.
Antony se encuentra en un hospital de Lindavista, donde fue reportado fuera de peligro.
Habitantes de la colonia acusaron que el jefe de la familia, un hombre de entre 60 y 65 años de edad, era muy conflictivo, ya que supuestamente se embriagaba y accionaba un arma de fuego al aire.
Los vecinos mostraron algunas de las marcas que dejó en sus muros y ventanales.
Ahí llegó personal de la PGJ, pero aunque rescataron a Antony y arrestaron a sus tíos, no pudieron ubicar al resto de la familia.
Por la noche, la Fiscalía del Menor atrajo las indagatorias y su personal especializado entrevistó al niños junto con trabajadoras sociales.
Antony ignoraba su edad. Perdió la perspectiva del tiempo en la habitación donde estuvo confinado.
Contaminan evidencias
Personal de la Delegación Gustavo A. Madero presuntamente violó los protocolos de investigación en la casa donde fue rescatado un niño que estaba en cautiverio desde hacía 5 años.
El Delegado Víctor Hugo Lobo admitió en un boletín que asistió al lugar y encontró al pequeño maltratado.
Aunque acudió al inmueble con funcionarios de la Fiscalía de GAM, los únicos autorizados para entrar a la escena del crimen son peritos e investigadores, según el Código de Procedimientos Penales.
REFORMA fue a la vivienda, ubicada en la Colonia Gabriel Hernández, y constató que carecía de sellos de la PGJ.
Hacia las 18:00 horas de ayer, la carpeta de investigación CI-FGAM/GAM-4/UI-3C/D/1744/06-2017 no había sido entregada a la Fiscalía de Menores.
Fuentes de la PGJ acusaron que Lobo decidió que el menor fuera trasladado a un hospital particular de Lindavista, sin tomar en cuenta los procedimientos que tiene la dependencia para los menores que son las víctimas.