Lejos de traer alegría, esos personajes tienen el efecto contrario y las razones pueden ser varias.
Según un trabajo que el psicólogo social Frank T. McAndrew publicó en 2016, es más probable que los hombres sean vistos como siniestros (en inglés, “creepy”) y que los comportamientos imprevistos hacen que la gente se sienta incómoda.
Para llegar a este resultado, encuestaron a 1.341 voluntarios de entre 18 y 77 años, y les preguntaron sobre las características y comportamientos que consideraban siniestros.
Las características de los payasos, como la boca grande y los ojos saltones, no se consideraban particularmente espeluznantes por sí mismas, pero sí realzaban las conductas inapropiadas, como los temas vulgares de conversación o los comportamientos extraños.
“Los resultados fueron consistentes con mi teoría de que ‘nos sintamos inquietos’ es una respuesta a la ambigüedad de la amenaza y que solo cuando nos enfrentamos a la incertidumbre sobre la amenaza nos da escalofríos”, dijo McAndrew.
“Por ejemplo, se consideraría grosero y extraño huir en medio de una conversación con alguien que está emitiendo una ‘vibra’ siniestra pero que en realidad es inofensivo; al mismo tiempo, podría ser peligroso ignorar tu intuición y comprometerte con ese individuo si es, de hecho, una amenaza.
Es la ambivalencia la que te deja congelado en tu lugar, revolcándote en la incomodidad”, abundó el experto.
También hay otro teoría, abonada por el psicólogo canadiense Rami Nader, que dice que el hecho de que no sepamos quién está debajo del maquillaje, hace que esa persona sea vista como tenebrosa.
“Tienen estas expresiones grandes, artificiales, pintadas, que usted sabe que en realidad no representan cómo se siente ese payaso porque nadie puede ser feliz todo el tiempo y, sin embargo, el payaso tiene una gran sonrisa feliz todo el tiempo”, Nader dijo a Health.com.
“En esencia, sabes que te está mintiendo en términos de la presentación”.
Por otro lado, los payasos también actúan de maneras que ponen a la gente en guardia, porque no sabes si te van a saltar encima, o puede que te den un “pastelazo” en la cara.
También parecen personas, pero con algo un poco desagradable, lo que nos puede hacer sentir incómodos.
“El payaso, con su expresión pintada de felicidad y humor, limita la gama de sentimientos que se supone que debemos sentir”, escribió la neurocientífica Jordan Gaines Lewis en una publicación de blog para Psychology Today.
“El payaso insiste en que nos ríamos. Pero puede que no queramos reírnos.
La situación se vuelve, en el mejor de los casos, incómoda, y en el peor, aterradora”.
Pero hay casos donde el rechazo a los payasos pasa a ser más grave que una sencilla sensación de “incomodidad”. La coulrofobia es el miedo irracional a los payasos. entonces, ¿cómo se desarrolla algo como esto?
La psicóloga Perpetua Neo le dijo a INSIDER que “tiene más que ver con que algo sucedió que causó mucho miedo y creó este vínculo entre este estímulo, esta situación y esta gran respuesta de miedo”.
En ese sentido, un miedo a los payasos podría haber comenzado cuando un payaso saltó encima de alguien en el circo. Algo de esa situación (el choque, el ruido fuerte o cualquier otra cosa) los hizo sentir asustados y el vínculo quedó establecido.
Cuando sentís miedo, hay un área del cerebro que se enciende y es la amígdala.
La amígdala es una parte muy primaria del cerebro … y está interesada básicamente en ayudarte a sobrevivir”, dijo Neo. “Entonces, cuando algo crea una sensación de miedo en ti, se va a encender, y va a ‘peligro, peligro, peligro’, por lo que activará tu sistema de lucha, huida o congelación”.
Además, este temor también se ve reforzado por el hecho de que podrías sentirte avergonzado por ello. Y lo tienes en cuenta mientras te preocupas por todas las cosas que podrían pasar mientras estás en la misma habitación que un payaso.
Fuente: Salud 360