“Compa, me di un tiro y no me morí; sálgase, me voy a dar otro”, fueron las últimas palabras de Apolonio Rocha Morales, de 66 años, presunto homicida de su expareja y el entonces novio de ésta, quien sumergido en la tristeza por lo que consideraba una traición decidió quitarse la vida de una manera funesta.
Tres meses antes Apolonio acudió a distintas funerarias hasta que Monte Sinaí le ofreció el servicio para trasladar sus restos a Ciudad Juárez, Chihuahua, donde en un futuro familiares lo recibirían para sepultarlo.
En la mente del señor Rocha la idea de la muerte estaba latente. Según la información recopilada por los reporteros, su anterior pareja, Sara, de 50 años, lo abandonó por otro hombre luego de sostener una relación con él por 18 meses.
“Eso fue lo que le dio para abajo; nosotros le decíamos que se alivianará, que mujeres hay muchas, pero pues ni modo”, expresa uno de ellos, quien reserva su nombre para evitar enturbiar aún más el hecho.
La tarde del domingo 16 de septiembre al mediodía, a un costado de una parcela de algodón, fueron encontrados los cuerpos de una pareja asesinada a balazos con una escuadra 9 milímetros, en el ejido Independencia, una comunidad rural del municipio.
La policía se avocó a investigar el suceso y no tardó mucho en comprender que se trataba de un ajuste de cuentas pasional, por lo cual las sospechas recayeron en Apolonio, quien comenzó a ser buscado por las autoridades.
En una habitación de hotel el presunto asesino hizo contacto con su hijo, quien según la información reside en Huston, Texas; en esa conversación le confesó haber asesinado a Sara y a su novio, Florencio, de 56 años. También le informó que decidió dejar la vida, por lo cual pidió reclamar su cuerpo; le expresó que sus propiedades y cuentas bancarias serían ahora de su propiedad, incluso le informó sobre la ubicación del pick up Nissan Frontier que utilizaba.
La mañana del lunes 17 de septiembre Apolonio salió del hotel y tomó un taxi hacia la funeraria donde con anterioridad apartó el servicio para trasladar sus restos a Ciudad Juárez, Chihuahua. Al llegar, fue atendido por Mario, encargado del turno, quien le informó cuánto se debía y pagó con 200 dólares.
“Mario fue a cambiar los dólares a pesos a una casa de cambio que está a una calle; según lo que pudimos ver en las cámaras de videovigilancia, Apolonio se dio el primer disparo a la altura del corazón, pero no murió”, explica Héctor Vázquez, propietario del establecimiento.
En las grabaciones se nota cómo en el primer impacto el suicida pierde el aire pero todavía está conciente, intenta acercarse el arma nuevamente al pecho, pero la fuerza lo abandona.
Cuando Mario vuelve para entregarle el efectivo nota sandre en la camisa del cliente y le cuestiona la razón. Apolonio contestó: “Compa, me di un tiro y no me morí; sálgase, me voy a dar otro”.
Héctor afirma que Mario intenta persuadirlo, pero al darse cuenta de que no lo lograría decide salir del lugar y desde la calle escucha el segundo disparo. “Él se encontraba parado cuando hace la segunda detonación, nuevamente en el pecho, la bala le sale por la nuca, se arrodilla y muere”, explica.
Irónicamente, debido a que la funeraria Sinaí se encontraba de guardia, le tocó recoger los restos de Sara y Florencio. Los tres yacieron por varias horas en el inmueble hasta que el cuerpo de la mujer fue requerido por familiares, quienes consideraron impropio velarla en el mismo lugar donde reposaba su asesino.
Fuente: Tribuna de San Luis