Cavilaciones: El flautista Trump
“Recibí el 46% del voto Hispano en Nevada. Yo amo a los Hispanos”, declaró Donald Trump después de su victoria en la elección primaria de ese estado, en donde obtuvo casi el doble de los votos de su más cercano contrincante. ¿Por qué votaron por él? ¿Por qué vota tanta gente por él?
Trump insiste en que construirá un muro para prevenir que entren indocumentados por la porosa frontera con México. Unos días después, cuando le preguntaron su opinión acerca de las declaraciones de Vicente Fox quien afirmó” “I am not paying for that fucking wall” (más o menos: “yo no voy a pagar por ese chingado muro”), Trump contestó que debido a esa declaración “el muro ya se hizo más alto”. El señor del peinado infame asegura que obligará a México a pagar por el muro usando como palanca el desequilibrio de $54 MDD en el comercio entre los dos países.
Suponiendo que ocurra la desgracia de que Trump llegue a ser presidente, la mayoría opina que difícilmente podría lograr sus propósitos porque el Congreso no lo permitiría. Pero observen lo que ha pasado con el presidente Obama. Desde que tomó posesión hace 7 años, los senadores y diputados republicanos se han opuesto virtualmente a todas sus iniciativas. Sin embargo Obama a podido transformar al país usando las prerrogativas del poder ejecutivo, algo que hace que enfurezcan aún más sus opositores. El presidente Trump seguramente haría lo mismo para conseguir sus metas radicales.
Otra vez la pregunta: ¿por qué vota la gente por Trump? Muchos analistas políticos se hacen la misma pregunta y tratan de entenderlo entrevistando a sus admiradores que lo apoyan con fervor. Una vertiente común es porque dice lo que le piensa y lo que le da la gana, no lo que la gente quiera oír. No le importan las consecuencias. Cuando insulta a la gente, no es nada selectivo. Agrede a todos por parejo. Viendo que su posición de líder en las encuestas no se afecta a pesar de sus declaraciones incendiarias, sus contrincantes, quienes inicialmente actuaban con cautela, ya se quitaron los guantes. El concurso para obtener la candidatura del Partido Republicano ya se convirtió en una batalla campal en donde los denuestos fluyen en todas direcciones.
En México pocos creen las declaraciones que hacen todos los días nuestros gobernantes en sus incesantes ceremonias pomposas. Cuando el secretario de hacienda dice que el país crecerá cierto porcentaje no lo creemos. Cuando el presidente dice que se aclarará el escándalo de la famosa Casa Blanca no le creemos. Sabemos que la clase política solo tiene una meta: la de lucrar. Por eso nadie nada le cree a los políticos.
En Estados Unidos es lo mismo. El discurso de los candidatos varía de acuerdo con la audiencia y con las prioridades de quienes financian sus campañas. Por eso cuando llega alguien como Trump que dice lo que piensa y que paga por su propia campaña, los votantes lo siguen al abismo como las ratas al flautista de Hamelín.
El autor es egresado del Tecnológico de Monterrey y Doctor en Ingeniería Eléctrica y de Computación de la Universidad del Estado de Nuevo México.
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