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Etiqueta: columnas

Cavilaciones: Todos somos vigilantes

 “¡Le dije que no intentara sacarla! ¡Le dije que subiera las manos!”, grita histérico el policía apuntando su pistola al hombre a quien había balaceado unos momentos antes, Philando Castile, de 32 años de edad, quien se encuentra sentado moribundo en el asiento de pasajeros de un automóvil a quien detuvo porque tenía un foco trasero fundido. Simultáneamente la conductora, su novia, Diamond Reynolds, ecuánimemente narra a la cámara de su teléfono con el cual está videograbando todo, “Oficial, usted le pidió su identificación y licencia. ¡Ay Dios mío, no me digas que está muerto!… ¡No me diga usted oficial que le acaba de hacer esto! Le disparó cuatro balas señor. Él solo estaba sacando su licencia señor”. En el asiento trasero está Dae’Anna, una niña de cuatro años, la hija de Reynolds.

Ya estamos acostumbrados a ver en Facebook todo tipo de incidentes grabados en videos. En el caso de Castile, el cual sucedió este mes en el estado de Minnesota en Estados Unidos, se rompió un precedente debido a que miles de personas pudieron verlo en el momento exacto en que sucedía. Facebook permite ahora que se trasmitan videos directamente desde la cámara de un teléfono inteligente al resto del mundo que usa la plataforma. La información se divulga al mismo tiempo que se graba y sube. Para evitar difundir incidentes inapropiados, Facebook tiene un departamento que monitorea el contenido de los videos. Los monitores pueden interrumpir las transmisiones si así lo desean. Los mismos usuarios también reportan los contenidos que consideran inadecuados.

Primero los programas de televisión de realidad virtual imitaban a la vida. Ahora, con ayuda de la tecnología, la vida y la realidad virtual se han convertido en una sola cosa. La sociedad tiene su propia cámara que captura todo lo que sucede. Para resolver crímenes, las policías utilizan como herramienta las ubicuas cámaras de vigilancia de las calles, centros comerciales, edificios y otros sistemas de vigilancia. Las mismas policías deciden cuándo divulgar la evidencia y cómo redactar la información. Hoy podemos ver lo que sucede en tiempo real a veces antes, o cuando menos al mismo tiempo, que las policías. No hay intermediarios.

Existen miles de millones de cámaras en el mundo que captan información, fotos y videos, las 24 horas del día. Pero no son las que sirven solo para vigilar. Son las de los teléfonos inteligentes conectados al Internet que la mayoría tenemos en nuestras manos. Somos portadores de miles de millones de cámaras de vigilancia.

Unas preguntas que me hago son las siguientes: ¿Hay en el mundo una epidemia de muertes causadas por enfrentamientos con las policías? ¿O será que siempre ha sido igual, excepto que hoy es casi imposible ocultar los incidentes? Hace 20 años, en un caso como el de Minnesota, hubiera sido la palabra de la policía contra la de la Sra. Davidson. Nadie más sabría qué fue lo que sucedió. La diferencia es que hoy la tecnología nos permite grabar cualquier cosa que suceda en el planeta y divulgarla en tiempo real. Todos somos vigilantes.

El autor es egresado del Tecnológico de Monterrey y Doctor en Ingeniería Eléctrica y de Computación de la Universidad del Estado de Nuevo México.

www.cavilaciones.com

[email protected]

 

Cavilaciones: Nuestra información vulnerable

Hace apenas unos años, entre las propiedades más valiosas que guardábamos en nuestros hogares estaban nuestros documentos personales. Declaraciones de impuestos, testamentos, recibos de electricidad y teléfono, estados de cuenta de bancos y de tarjetas de crédito y muchos otros más. Hoy, para cada día un mayor porcentaje de la población, estos documentos ya no existen en papel. Existen solo en formato electrónico como secuencias de unos y ceros en La Nube, el repositorio virtual global de información que inexorablemente continúa absorbiendo todos nuestros datos personales. En México, por ejemplo, la SAT exige declaraciones por medios electrónicos.

Antes de la migración hacia La Nube, esta información la almacenábamos en archiveros o cajas de cartón arrumbadas en algún lugar donde no estorbaran mucho. Si necesitábamos consultar uno de estos documentos, la facilidad de hacerlo dependía totalmente de nuestra habilidad personal para organizar nuestras pertenencias.

Todavía existen documentos físicos que son esenciales para nuestra vida diaria. Nuestra licencia de conducir, la tarjeta del INE, nuestras visas y pasaportes. Muchas tarjetas de crédito ya son virtuales y se manejan por medio de aplicaciones en nuestros teléfonos inteligentes. Yo creo que algún día todos estos documentos que residen en nuestras carteras también serán virtuales y los podremos presentar a través de nuestros teléfonos o quizás con dispositivos que aún no se han inventado como implantes electrónicos debajo de nuestra piel.

Si alguien nos roba alguno de nuestros documentos esenciales, generalmente nos causa un lío porque reemplazarlos requiere procesos que pueden tardar días o hasta semanas. Además, si nos roban una tarjeta de crédito, lo sabemos hasta que nos damos cuenta que no la tenemos y esto puede ser días después del robo.

Si alguien logra clonar una de nuestras tarjetas de crédito, no nos damos cuenta muy fácilmente. Los sabemos cuando llega el nuevo estado de cuenta con cargos que no hicimos. En casos extremos nos pueden robar nuestra identidad, un delito que no era común antes del Internet y que hoy es algo verdaderamente trágico para las víctimas.

Anteriormente para robarse nuestros documentos personales, tenían que meterse a nuestra casa y extraerlos de las cajas o llevarse la caja entera. Nos dábamos cuenta cuando veíamos que la caja ya no estaba. Como acabamos de ver con el reciente caso de los Panamá Papers, que por cierto no son de papel, alguien puede robarse nuestra información y no nos damos cuenta hasta más de un año después cuando el periódico que recibió la información masiva ya tuvo tiempo de analizar algunos detalles.

Todos tenemos información vulnerable. La información de miles de personas puede extraerse sin que nadie se dé cuenta. Esto equivale a que un ladrón pueda meterse a miles de oficinas al mismo tiempo y hacer copias de los documentos de todos los archiveros sin dejar evidencia. No solo eso, también equivale a que ese mismo ladrón inmediatamente pueda hacer millones de copias de los documentos y distribuirlos instantáneamente por todo el mundo para seguirlos analizando y divulgando.

 El autor es egresado del Tecnológico de Monterrey y Doctor en Ingeniería Eléctrica y de Computación de la Universidad del Estado de Nuevo México.

www.cavilaciones.com

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Cavilaciones: México y el petróleo barato

El colapso del precio del petróleo que dio inicio a fines del año 2014 continúa sin cesar. Esto beneficia a los consumidores de productos derivados como la gasolina. En Estados Unidos, por ejemplo, ya hay rumores de que en algunas regiones su precio podría llegar hasta $1 dólar por galón. Los consumidores mexicanos no gozan de este beneficio porque el precio de la gasolina aún no lo dicta el mercado. Por el momento el costo de la gasolina magna es de $16 pesos, 25% más que el promedio actual en Estados Unidos.

Los perjudicados son los llamados petroestados, como México, cuya economía depende de su producción de petróleo. Nuestro país sufrirá doblemente debido a que la producción de petróleo mexicano continúa disminuyendo notablemente. La producción diaria actual es de 2.3 millones de barriles, casi 30% menos de lo que era hace una década. El impacto negativo de la baja del precio es algo terrible para México debido a que el 30% de los ingresos del gobierno provienen de las ventas de petróleo.

México ha evitado un verdadero cataclismo fiscal debido a que ha obtenido seguros que cubren la diferencia entre el precio del presupuesto y el precio real. Lo mismo sucedió este año con un seguro que garantiza un precio de $49 dólares por barril (el precio de la mezcla mexicana se cotizó hoy en ¡$20 dólares por barril!). Pero por más buena que sea esta estrategia, no puede continuar indefinidamente. La tasa de crecimiento anual de nuestro país es menor a la del promedio de todo el mundo. Los pronósticos del Fondo Monetario Internacional estiman un crecimiento mundial de 3.8%. Para México el pronóstico es de 2.6%. Mientras los ingresos por ventas de petróleo disminuyen, las otras áreas de nuestra economía no han crecido de tal manera que compensen por la baja en los precios del crudo.

Para resolver el problema de que el gobierno mexicano no tiene los ingresos necesarios debido a la situación causada por el bajo precio del petróleo, solo se mencionan unas cuantas alternativas. Los gobiernos del mundo fomentan en gran parte sus economías con obras públicas, contratos que el gobierno otorga para construir puentes, carreteras, escuelas, etc. Pero México este año no tiene los ingresos suficientes para obras de infraestructura. Por lo tanto no se puede resolver el problema apretando el cinturón porque el presupuesto ya está raquítico. Se podrían subir los impuestos, pero esto es algo que el pueblo no apetece y que el secretario de hacienda ha prometido que no sucederá. El gobierno podría pedir más dinero prestado. Pero en los primeros tres años del gobierno de Peña Nieto la deuda pública ha aumentado tremendamente. Esta solución tiene el riesgo de afectar la calificación crediticia del país, lo cual implicaría intereses más altos y condiciones más onerosas. ¿Entonces qué?

Hay una tercera alternativa que casi no se menciona: reducir la corrupción. México podría crecer mucho más y generar más oportunidades para todos si dejara de ser uno de los países más corruptos del mundo. ¿Creen ustedes que esto pueda suceder?

El autor es egresado del Tecnológico de Monterrey y Doctor en Ingeniería Eléctrica y de Computación de la Universidad del Estado de Nuevo México.

www.cavilaciones.com

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