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16 Fotos profundamente perturbadoras que captan la epidemia del SIDA en Tijuana

16 Fotos profundamente perturbadoras que captan la epidemia del SIDA en Tijuana
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Durante dos años, el fotógrafo Malcolm Linton y el escritor Jon Cohen documentaron las historias de personas que están en riesgo de contraer el VIH/SIDA o viven con éste en la ciudad fronteriza de Tijuana, México. Jon Cohen habló con BuzzFeed acerca del proyecto:
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“Decidimos enfocar gran parte de nuestra atención en el canal del río Tijuana, que fue el hogar de unas 1,000 personas, la mayoría deportados de EE. UU. que estaban bajo un riesgo de infección de VIH extremadamente alto por compartir agujas para inyectarse heroína y por vender sexo”.

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La policía y los médicos forenses revisan el cuerpo de un hombre que murió aparentemente por una sobredosis de drogas en una sección del canal del río Tijuana conocida como “El Bordo”. El canal es el hogar de cientos de personas que se inyectan drogas y tiene un porcentaje relativamente alto de VIH/SIDA

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Fuera de su refugio improvisado, Reyna Ortiz trata de disfrutar de un atardecer normal con un libro y un cigarrillo allí donde vive, en el canal del río Tijuana. La policía de Tijuana patrulla el lado mexicano de El Bordo y hace redadas intermitentes, por lo general a la noche, entre la gente que vive allí.
Cohen agregó que: “También pasamos mucho tiempo en la zona roja con trabajadores sexuales heterosexuales, gay y transgénero. Y Tijuana tiene un hospicio para enfermos de SIDA/Centro de rehabilitación de la drogadicción que visitamos con frecuencia también”.
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Misioneros cristianos en una visita al canal del río Tijuana bendicen a Salomé Quintero, un hombre de 43 años que consume heroína y vive en una alcantarilla junto a otros cuatro hombres. Salomé se volvió adicto en sus años veinte y ha ido a rehabilitación seis veces. Casi todos los días se inyecta con una jeringa ya usada por otra persona, una práctica que aumenta grandemente el riesgo de infección del VIH.
“En total, entrevistamos y fotografiamos a unas 100 personas que vivían con VIH o estaban en riesgo de contraerlo, y el libro cuenta la historia de dos docenas de ellos a lo largo del tiempo”.
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La Dra. Patricia González (sentada a la derecha) ve a pacientes un viernes en una clínica de primeros auxilios que ella inició en julio de 2014 en el canal del río Tijuana. González, directora local del proyecto de investigación transfronterizo de El Cuete sobre VIH/SIDA y consumo de drogas inyectadas, sintió frustración al ver que muchos de los participantes iban a su consultorio del centro de la ciudad con abscesos no tratados.
“Algunas personas infectadas con VIH empezaron el tratamiento antirretroviral y lograron salir del lecho de muerte. Algunas personas no tratadas murieron”.
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Víctor Mora mira a Pedro Robles, de 51 años, en la cama de al lado un día antes de que Pedro muriera de SIDA en el Albergue Las Memorias, un hospicio para enfermos terminales y centro de rehabilitación de las drogas para personas con VIH, ubicado en los límites de Tijuana .
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Víctor Mora mira TV frente al cuerpo envuelto de Pedro Robles luego de su muerte por SIDA varias horas antes. Pedro llegó a Las Memorias seis días antes, pero debido a retrasos burocráticos en el sistema médico de Tijuana no recibió medicamentos para el VIH y murió sin haber visto a un médico.
“Algunas personas no infectadas a las que les hicimos un seguimiento se infectaron, mientras que otras, a pesar de compartir agujas y vender sexo, no se infectaron”.
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 Susi Leal, una trabajadora comunitaria de El Cuete, se ríe con amigos en el canal del río Tijuana. Susi, quien es VIH positiva, se inyectó heroína durante décadas y vivió ocho años en el canal. Las cicatrices que lleva en el brazo dan testimonio de su consumo de heroína en el pasado.“Unas cuantas personas ingresaron a rehabilitación por drogadicción y otras cuantas acabaron en la cárcel porque supuestamente vendían drogas”.
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Martha Patricia Ruiz, de 53 años, fue una de las muchas mujeres que venden sexo en el distrito rojo de la Zona Norte de Tijuana. Su sitio está cruzando la calle enfrente de la oficina del proyecto de investigación de El Cuete, el cual investiga el vínculo entre el uso de drogas inyectadas y el VIH. En 2012, se hizo una prueba de VIH en El Cuete que le dio positivo.
“Tijuana muestra el abismo que separa al sueño de erradicar el SIDA y la realidad, y esto es así en muchos lugares del mundo”.
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Martha Patricia Ruiz, sentada en una camilla de la clínica gratuita cercana de Prevencasa, dirigida en conjunto por estudiantes de medicina de EE. UU. y México. Tenía escalofríos, dolores en la zona lumbar y esputo mezclado con sangre. Ella contó que su arrendador la echó de la casa y que durante dos días estuvo viviendo en la calle. Los médicos sospechaban que tenía tuberculosis.
“En el mundo del VIH/SIDA, los investigadores hablan de las poblaciones ‘marginadas’ que son más vulnerables al virus. Creo que ‘marginado’ es otra palabra para ‘odiado’ y ‘temido’”.
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El trabajador sexual Óscar Villareal, de 28 años, espera clientes en una plaza de Tijuana. En Tijuana, los hombres gay y las mujeres transgénero tienen las tasas más altas de infección del VIH de todos los grupos. Vender sexo aumenta aún más el riesgo, al igual que fumar cristal, un fuerte afrodisíaco usado por muchos de los trabajadores sexuales de la ciudad, incluyendo a Óscar.

“Nos esforzamos por hacer que los lectores se preocuparan por las personas que presentamos, para que los vean como humanos en vez de como animales salvajes…

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Óscar Villareal recibe una mirada de admiración en un bar de la zona roja de Tijuana. Óscar se hace llamar Beto de día y busca clientes como hombre gay en una plaza local, pero en la noche se convierte en Alessandra y trabaja en clubes nocturnos y en las calles de la zona roja.

… para comprender que eran capaces de cambiar y que era importante que las comunidades los ayudaran a mantenerse sanos”.

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 Jessy López, una mujer transgénero VIH positivo, admira un reloj que dice que un cliente le dio como forma de pago por sexo.
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Jessy López suda luego de fumar cristal en la habitación de una amiga en una pensión de la zona roja de Tijuana. Jessy decía que el cristal, la droga preferida por muchos de los trabajadores sexuales de la ciudad, la hacía sentir “como si fuera la chica más sexy de la ciudad”.
“Desarrollamos cierto vínculo con muchas personas que querían que contáramos su historia, compartiendo abiertamente detalles íntimos sobre su vida sexual, sus luchas con las drogas y el alcohol, encuentros con la ley, su distanciamiento de la familia y complicadas historias con la salud”.
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La trabajadora sexual transgénero Fernanda Sánchez fuma cristal en su habitación de la pensión de la zona roja de Tijuana. Fernanda compró el cristal a la vuelta de la esquina en paquetes de $3 dólares, cada uno de los cuales contenía una cantidad suficiente como para drogarse con un amigo. En noviembre de 2014, la prueba de VIH le dio positivo. Ella dijo que no le preocupaba mucho vivir con el virus y no buscó tratamiento inmediatamente.

“Al hacerlos visibles, espero que el libro genere más compasión hacia su grave situación y convenza al público y a los legisladores de que ayudarlos a ellos es la clave para acabar con la epidemia del VIH/SIDA en Tijuana”.
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Con información de: BUZZFED

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