Por 200 mil pesos vendió a su hija a un depravado
Argentina. Una joven de tan sólo 16 años, que padece retraso madurativo, fue vendida por su padre a un depravado de 74 años por la cantidad de 200 mil pesos. La menor era utilizada como esclava sexual por el comprador.
Por fortuna, el padre de la joven y el comprador ya fueron procesados por la Justicia. Por parte del juez federal Santiago Inchausti dio un paso decisivo en la causa al procesar, acusados de trata de personas.
Así fue confirmado en Mar del Plata, donde se encontraba secuestrada la joven. Sólo el padre fue enviado al penal de manera preventiva, mientras que el hombre de 74 años afrontará el procesamiento en libertad.
De acuerdo a la reconstrucción de los hechos que realizaron los investigadores, la chica vivió con su madre en San Luis hasta febrero pasado.
Posteriormente la joven viajó a la ciudad pampeana de Santa Rosa, para visitar a su abuelo y atenderse con un neurólogo. “La madre tuvo que regresar a San Luis y la dejó en La Pampa una semana”, agregó una fuente. En este contexto, el padre de la menor y ex esposo de la mujer, quien vive en Santa Cruz, se enteró de la novedad y viajó hasta La Pampa.
Una vez en la región, secuestró a la adolescente y se trasladaron al pueblo santacruceño de Comandante Luis Piedrabuena, donde vive su familia. Según la denuncia, allí la menor fue golpeada y abusada. Pero el maltrato fue advertido por una vecina, quien denunció a la familia y logró que la menor fuera retirada de esa casa y alojada en un instituto de resguardo.
Cuando la madre de la joven tuvo conocimiento de lo sucedido reclamó de inmediato que su hija fue llevada a La Pampa. Pero el padre se anticipó a la Justicia y saco a su hija del instituto, la drogó y la llevó a Mar del Plata.
Cuando la adolescente volvió en si, se encontraba en una casa del depravado. Despertó mareada, con náuseas y además su zona genital le dolía. Luego de comprarla para someterla sexualmente, también fue adquirida para trabajar como ama de casa.
Ante la detención, el depravado sostuvo que no se trató de una venta, sino del pago de una “dote”, una tradición de la comunidad gitana.